Autenticidad de Nuestra Gente
Por Humberto Famanía Ortega.-
Quienes nacimos en este bello paraíso de Puerto Vallarta Jalisco el siglo pasado, nos hemos dado cuenta de la transformación de nuestro municipio a pasos agigantados. Muchas personas han llegado con la esperanza de buscar prosperidad en estas tierras y la mayoría la han encontrado, todos seguramente al sentirse inmersos en este formidable clima siempre rodeados de vida natural, fijan sus metas hacia un progreso que les permita vivir en armonía buscando el bienestar de sus familias con equilibrio entre el trabajo y la paz. Es por eso que me atrevo a decir, que ya es tiempo de devolver a este destino turístico lo que mucho nos ha otorgado, cuidando su entorno y a su gente.
Vivencias formidables de nuestro glorioso pasado hacen que nos den raíces profundas y comprendamos que día con día se va a ir deteriorando nuestra autenticidad. Lo único que tenemos que hacer es lograr que nuestros hijos y nietos se interesen con profundidad en las historias familiares pero sobre todo las relacionadas con la comunidad, todas éstas deben de ir acompañadas con descripciones ceñidas a la realidad en la que con gran sinceridad se incorporen nostalgias y ecos dignos de mantenernos en unidad, y que estos relatos sean amenos y fáciles de comprender. Un pueblo sin historia tiende a desaparecer, el nuestro se ha forjado por el amor del Creador y la creatividad de sus habitantes.
Nuestras familias recuerdan como nuestros padres y abuelos al llegar a este Puerto, lograron sentirse en casa al brindarles amistad y cobijo los pobladores de aquellas épocas. Poco a poco se fueron integrando, respetando a cada uno de ellos la actividad en la que se dedicaban, la regla principal, contribuir al desarrollo del lugar en una manera honesta. Era una gran familia todos se ayudaban, una de las características fue el convivir sin clases sociales se convivía de una manera tan cordial que logramos que los ojos de muchas gentes vieran con agrado la forma de integración de este pueblo bendito de Dios, la educación elemental se llevaba a cabo sin distingos sociales, muchas de las veces compartíamos el pan y la sal en nuestros hogares.
Recuerdo como mi padre Don Andrés Famanía López oriundo de la Paz BCS. siendo empleado federal en el ramo de aduanas y jefe de la sección aduanera con base en esta región, me comentaba que él llegó para quedarse, que no le importaba promoverse para ocupar ascensos en su carrera burocrática, que sólo las lograría moviéndose a otros lugares, porque esa era la norma para conseguir mayores prestaciones, recuerdo con admiración y cariño que me decía “hijo más vale ser cabeza de ratón que cola de león.”Lo cumplió infundiéndonos el amor a esta tierra prodigiosa, porque no se equivocó, a él le importó más su familia para que creciera al lado de esta gente formidable con nobleza de corazón y gran espíritu.
Poco a poco nuestros abuelos y padres están despidiéndose de esta vida y muchos de ellos con una savia de conocimientos que se los están llevando a la tumba, es tiempo de aprovechar y platicar con ellos de nuestros orígenes, imagínense la alegría al ver que en el ocaso de sus vidas dejan una semilla sembrada al conocimiento de sus raíces y así vivir en la posteridad como seres que contribuyeron a la historia verdadera de nuestra Patria chica. Urge el acrecentar nuestro acervo histórico y cultural para encontrar los verdaderos relatos en donde se dé certidumbre a los pasajes más importantes, y así con la frente muy en alto contar a propios y extraños, hechos que vinieron a darle el auge a nuestro rincón paradisíaco.
He sido testigo muchas veces de lo que dice la gente de la historia de Puerto Vallarta algunos son relatos falsos que denigran a nuestro pueblo. Nos han catalogado de poca cultura y que apenas ahora se están preocupado por ella, que mentiras y lo dicen los falsos redentores que hoy se sienten los iniciadores de esta nueva era de culto, los invito con todo debido respeto a investigar nuestra historia. Mejor juntos investiguemos más para orientar a las nuevas generaciones y decirles que Puerto Vallarta nació siempre con cimientos de superación en todos los aspectos, en donde el respeto a la familia se ejercía a cabalidad.
Para muestra basta un botón por eso daré a conocer un relato de Doña Catalina Montes de Oca de Contreras que hace en su libro de Puerto Vallarta en mis recuerdos: Primer teatro. Año 1922. Partiendo de la plaza, subiendo a una cuadra hacia el norte, por la calle Juárez, cruzamiento por la Iturbide, construyeron un edificio de dos pisos que por muchos años se conoció con el nombre de “Teatro Saucedo”, ésta obra fue costeada por su dueño el Sr. Juan Saucedo. Esta obra se construyó bajo el proyecto del Ing. Angel Corci. Esto vino a hacer un gran acontecimiento en el puerto, marcando un paso hacia la cultura.
Recuerdo que poco tiempo después entró en funciones, representándose algunas obras teatrales por compañías que llegaban de otros lugares; esto era una atracción para los habitantes. Prosiguiendo a mis narraciones comenta Doña Catalina, sobre el aspecto que daba el Teatro Saucedo, las noches de funciones, diré que todas esas vendimias que se ponían en la calle se alumbraban con cachimbas de petróleo. El Teatro tenía su propia planta de luz. Para concurrir a las funciones las señoras nos engalanábamos con nuestras mejores ropas y los señores se ponían trajes de pambiche, corbata y sombrero de carrete o panela, como se decía entonces. Hablando de las compañías de teatro que nos visitaban, a veces eran cupletistas y todos a coro llevábamos el compás; en aquel entonces estaban de boga “Besos y Cerezas”, “Mi querido Capitán.”
Ahora necesitamos llevar desde el centro de la ciudad, hacia las colonias más desamparadas la educación y la cultura, los vicios están ganado la batalla y en eso contribuyen mucho los medios de comunicación; esto explica una cierta sensación de desequilibrio y vacío que parece penetrar en la vida de la humanidad. Lo que es cierto, todas estas cuestiones o acontecimientos de inicio de siglo han transformado por completo la geopolítica mundial a una gran velocidad. Son los tiempos de solidaridad de entrega absoluta a la familia bajo lineamientos comprobados con alto índice de moralidad.
Hoy en día la moral comienza a ocupar un lugar privilegiado y la historia señala que ella encuentra su dinamismo en los períodos en que los valores de la tradición y las normas de la sociedad no se manifiestan claramente. Así es que debemos hacer un alto en nuestra vida para reflexionar que el verdadero peligro esta latente y la ruina para la humanidad no provienen de nada externo, sino del derrumbe de las fuerzas morales. Lo que es muy cierto como decía Santa Catalina de Siena “El hombre no sabría vivir sin amor” el problema es que a veces ama al revés; se ama egoístamente a sí mismo y termina sintiéndose frustrado, porque solo una mor autentico es capaz de colmarlo.
Hagamos todos un compromiso con nuestro hermoso paraíso de esta costa de Jalisco, seamos auténticos en cuanto a nuestra manera de ser, hagamos que se respeten nuestras tradiciones y costumbres, exijamos a nuestras autoridades se apliquen reglamentos estrictos para quienes desean cambios en nuestra imagen. Recordándoles que la acción política inevitablemente puede degradarse si ella no lleva consigo los valores éticos y una idea del hombre que sea accesible a toda conciencia.
Aprovecho para hacer un llamado a la cordura y dejar a un lado el rumor y la flauta mágica ante momentos de mucha angustia derivados de la incertidumbre sobre esta PANDEMIA, que muchas lecciones nos está dejando. Nunca debemos de bajar la guardia, si amamos a nuestras familias cuidémonos todos con las recomendaciones sanitarias, está en juego nuestra salud que es lo más preciado que tenemos. Ya habrá ocasión de saber de las nuevas reglas que regirán para evitar el contagio de este virus maldito, con la finalidad de reactivar nuestra economía. Unámonos en oración todas las familias para pedir por todos nuestros hermanos vallartenses y del mundo entero.
Es muy cierto que la cultura en la que vivimos da más valor a las posesiones y a los logros que a las personas y las relaciones. En lugar de estimular y nutrir las relaciones familiares y personales, la cultura vigente sugiere que el éxito profesional y económico es la medida del valor de un ser humano.
¡Ningún éxito en el trabajo puede compensar el fracaso en el hogar!
(Patrick M. Morley)